1/07/2006
INTRODUCCIÓN
La unidad política total de la Península Ibérica sólo fue efectiva bajo la tutela de Roma.
1/06/2006
CONQUISTA ROMANA
división romana en el año 197 a.C
En el año 197 a.C. se dividió la Península Ibérica en dos provincias: la Citerior y la Ulterior, al frente de las cuales se colocaron dos procónsules.Entre los años 197 y 179 a.C. se sucedieron una serie de sublevaciones de diversos pueblos ibéricos. Ello dio lugar a que el Senado romano enviara grandes efectivos militares para sofocar las rebeliones, quedando pacificada la provincia Citerior en el 194 a.C. con la toma de Jaca. Por su parte, en la provincia Ulterior, tras ser derrotados los pueblos ibéricos en el año 178 a.C, se repartieron tierras para fijar a los hispanos nómadas, extendiéndose así el área de dominio romano efectivo sin suscitar gran resistencia y consiguiéndose, además, un período de paz relativa con el pacto de Numancia.Después de las guerras de Lusitania y de Celtiberia se reafirmó el poder de Roma en Hispania. No obstante, en el año 83 a.C. se inició el período de las guerras civiles que finalizaron en el 45 a.C. Además, en estas fechas se produjeron las guerras con cántabros, astures y vascones, que tuvieron su periodo más violento entre los años 25 y 19 a.C., con los ataques de Augusto.
1/05/2006
CONQUISTA MUSULMANA
1/04/2006
RECONQUISTA CRISTIANA
A principios del siglo VIII, pueblos de Arabia y del norte de África que practicaban la religión musulmana ocuparon casi toda la península. Los cristianos tuvieron que refugiarse en las montañas del norte de España. Pronto iniciaron la Reconquista.
Se conoce como Reconquista al largo período de 800 años durante el cual los cristianos fueron recuperando y repoblando lentamente los territorios invadidos. Fue un proceso que presentaba momentos de grandes avances, para luego quedar detenido o retroceder. No es sino hasta la desaparición del Califato de Córdoba cuando empieza un avance firme, con los musulmanes perdiendo lugares hasta quedar reducidos al reino de Granada.
La reconquista termina con la conquista de Granada por lo Reyes Católicos en 1492.
El comienzo de la reconquista
Este acuerdo es la premisa del proyecto de reconquista de Sicilia, precedido por la conquista de las ciudades bizantinas de Reggio y de Squillace, en 1059, y por el acuerdo de Ruggero de Altavilla (m. 1101), pronto conocido como "el Gran Conde", con uno de los emires de la isla, Ibn al-Thumma (m. 1062). Las operaciones militares comenzaron en 1061 con el audaz asalto, por tierra y por mar, a la ciudad de Messina, conquistada casi sin oposición. Los desarrollos sucesivos, no obstante, no fueron tan sencillos, sea por la resistencia opuesta por Centuripe, lugar fortificado que controlaba desde la altura todo el llano de Catania, y por Castrogiovanni, donde el emir Ibn al-Hawas (m.1063/1064) guiaba la defensa en el valle de Enna, sea por la participación de Ruggero en las campañas de Apulia de su hermano Roberto. La intervención en la isla de un ejército africano se muestra impotente ante la importante victoria cristiana de Cerami, en el verano de 1063, tras la cual los exponentes de la nueva dinastía zirita –bereberes anteriormente lugartenientes de los fatimíes– renuncian a respaldar la presencia musulmana en Sicilia. Hasta la fecha, no obstante, los normandos tienen el control directo solamente de Messina y de Val Demone, mientras que diversos jefes musulmanes más o menos vinculados a ellos gobiernan Siracusa, Catania y el Valle de Noto; Ibn al-Hawas, en cambio, continúa dominando Caltanissetta, Girgenti y el Valle de Mazara, mientras Palermo, donde se había creado un gobierno ciudadano autónomo, sigue siendo, con Trapani, el centro de la resistencia anti-normanda. Palermo es atacada, en 1064, por una expedición pisana que, debido a la ausencia de un entendimiento con Ruggero, acaba con el saqueo del puerto y de los alrededores de la ciudad: el botín será utilizado por la ciudad toscana para emprender la construcción de una nueva gran catedral.
La conquista de Sicilia recibe un nuevo y decisivo impulso solamente tras el definitivo éxito de la política de unificación de la Italia Meridional con la conquista de Bari, el 16 de abril de 1071. Ya en agosto de aquel año los normandos –que, además de disponer de flota propia, habían perfeccionado las técnicas de asedio y utilizaban máquinas y escaleras perfeccionadas– pueden poner sitio a Palermo, que capitula el 10 de enero de 1072 a consecuencia del ataque unificado de Roberto y de Ruggero. Roberto espera cuatro días antes de entrar solemnemente en la ciudad, donde en la mezquita, transformada en la iglesia de Santa María, se oficia un rito solemne. Son restituidos bienes y autoridades al arzobispo, marginado por los sarracenos en la pequeña iglesia de San Ciriaco, que había mantenido vivo el culto cristiano, aunque fuera –como apunta el benedictino Goffredo Malaterra, cronista normando del siglo XI– "tímido y griego de nacionalidad".
También capitula Mazara a cambio de la garantía de que, como en Palermo, los nuevos súbditos de los normandos pudieran seguir profesando su propia religión y vivir según sus dictámenes. Vuelto Roberto a la península, donde emprenderá una tentativa de expansión hacia la actual Albania, queda en la isla Ruggero, con fuerzas limitadas, que prosigue la guerra evitando enfrentamientos campales y alternando, con respecto a los musulmanes de la isla, acciones terroristas –destrucción de cosechas, captura de rebaños y manadas, matanza de grupos de resistentes– y gestos de tolerancia, como la acuñación de monedas con inscripciones del Corán.
Demuestra de esta forma el querer extender su autoridad a toda la isla, teniendo presente su compleja realidad étnica y religiosa. En esta óptica, aún creando diócesis de rito latino y obediencia romana, favorece también las instituciones eclesiásticas "griegas", particularmente sólidas en la Sicilia Oriental. El Papado se conforma con la refundación de las instituciones eclesiásticas latinas activada directamente por Ruggero con elecciones personales, en general ratificadas a posteriori, juzgando importante el renacimiento de una red eclesial vinculada a Roma y la difusión de la reforma. No se les escapa, por tanto, a los Pontífices y a la curia romana el carácter particular de la renacida iglesia siciliana de rito latino, definida correctamente por el historiador Paolo Delogu como "iglesia de frontera".
A partir de 1077 el empuje militar normando vuelve a tomar fuerza, con victorias primero en Trápani, luego en las regiones orientales. Precisamente aquí, desde Siracusa, un jefe musulmán, Ibn Abbad "Benavert" organiza una última contraofensiva, reconquistando Catania y saqueando la Calabria meridional. Este avance, empero, es aplastado por Ruggero con una expedición decisiva, en mayo de 1086, en la que el mismo Benavert pierde la vida intentando el abordaje a la nave del conde. Tras cinco meses de sitio, capitula Siracusa, luego Girgenti, Castrogiovanni, Noto y, en 1091, la isla de Malta.
1/01/2006
LOS BORBONES
Felipe V, rey de España (nov. de 1700-enero de 1724; agosto de 1724- julio de 1746). Nieto del rey francés Luis XIV e hijo segundo del Gran Delfín Luis, inauguró en España la dinastía de los Borbones gracias al testamento definitivo de Carlos II. Nació en Versalles. De su primera esposa, María Luisa Gabriela de Saboya, tuvo cuatro hijos, de los que sobrevivieron solamente dos, Luis I y Fernando, que sucedería al padre a su muerte como Fernando VI. Casó en segundas nupcias con Isabel de Farnesio (1714), que le dio siete hijos: entre ellos el que sería Carlos III, y Felipe, con el tiempo duque de Parma.
Aunque fue jurado como rey por las Cortes castellanas y catalanas, conflictos dinásticos entre Habsburgos y Borbones, y la alineación de los antiguos reinos de la Corona de Aragón en favor de los Austrias, desencadenaron la Guerra de Sucesión española, a la vez peninsular, europea y colonial. Acabada ésta, por los tratados de Utrecht y Rastadt la monarquía española perdió los territorios europeos en Italia y en los Países Bajos.
En enero de 1724 Felipe V tuvo la ocurrencia de obtener su corona de forma inesperada y con votos. Tras la muerte temprana de Luis I, en agosto del mismo año, Felipe volvió a reinar.
A pesar de las condiciones personales y de su enfermedad, supo elegir a sus ministros, desde los primeros gobiernos franceses, seguidos por el de Julio Alberoni y, tras la aventura del barón de Ripperdá, por los ministros españoles, entre los que destacó, por su programa de gobierno interior y por su acción diplomática, José Patiño.
Durante el largo reinado se consiguió cierta reconstrucción interior en el Ejército, en la Armada, para afrontar las rivalidades marítimas y coloniales de Inglaterra. El logro fundamental fue el de la centralización y unificación administrativa y la creación de un Estado moderno, sin las dificultades de los reinos históricos de la Corona de Aragón, incorporados al sistema fiscal y con sus fueros y derecho público. Se gobernó España desde Madrid.