1/07/2006

INTRODUCCIÓN

Varios pueblos y civilizaciones vivieron en la Península Ibérica. El proceso de formación de España y su unidad fue largo y difícil. Los pueblos de la meseta fueron, entre todos los hispánicos, los que se esforzaron por conseguir y mantener la unidad. Los de la periferia costera se inclinaron hacia la autonomía y la dispersión. Ésta es la razón de que siempre se haya manifestado, con más o menos vigor, un cierto enfrentamiento entre las tendencias disgregadoras de signo autonomista y el centralismo unionista que predominó desde el Renacimiento y se impuso a principios del siglo XVIII.
La unidad política total de la Península Ibérica sólo fue efectiva bajo la tutela de Roma.

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